miércoles, 15 de julio de 2009

Visión de ls vencidos


Visión de los vencidos – relaciones indígenas de la conquista. Libro publicado por primera vez en el año de 1959, marcó un hito no solo en la historiografía, como lo sostiene Emilio Pacheco en la contraportada de una de las más de 20 ediciones realizadas en distintos idiomas, sino también porque nos permitió observar desde que posición habíamos estado oyendo la historia de la conquista americana. León-Portilla sin lugar a dudas, logra una loable labor al recopilar fragmentos y cantos indígenas, con la clara intensión de mostrarnos la otra cara de la moneda. Pues lo que hasta ese momento se sabía de la conquista, era gracias a las crónicas de los conquistadores, o por nativos que aprendieron el castellano.
León-Portilla criticará que dichas crónicas abordan al nativo americano, como seres desprovistos de humanidad, inferiores e incluso, casi animales. Pero también acepta que hubieron otras crónicas que fueron menos cegadas, pero que estas al igual que las primeras no se preocuparon por abordar la verdadera naturaleza del otro, construyéndoles de esa manera una naturaleza que en la gran mayoría de casos, correspondían a viejas inquietudes o mitos occidentales, como llegar a pensar: que los nativos americanos eran una de las tribus perdidas de Israel. Con el pasar de los siglos, el nuevo mundo sería objeto de las nuevas inquietudes por parte de los pensadores europeos. Tal vez ya no con las excusas iniciales para poder justificar la conquista, sino interesados por el nuevo mundo y por sus habitantes, pero siempre con una visión totalmente occidentalizada, en parte porque sus fuentes primarias serían las crónicas de los primeros años del descubrimiento y conquista europea. Un ejemplo de ello fue Voltaire y su idea del “buen salvaje” desarrollada en su libro: “El cándido”.
Es por eso, que el intento por abordar lo que significó para los nativos americanos la conquista europea, es loable en el sentido que nos permite comparar las crónicas europeas y así poder contrarrestar la construcción de la ficción de las mismas, que desde Colón hasta Cortés se hicieron para justificar el genocidio y la barbarie. Un ejemplo de ello es el capítulo que León-Portilla desarrolla en el engaño y la masacre en Tenochtitlán. Puesto que mientras para los europeos aquella acción estuvo justificada con la erradicación de idolatrías y bajo la venia de Dios, para los nativos, tal como lo recoge León-Portilla, significó el horror y el verdadero descubrimiento del hombre europeo:

Pues así las cosas, mientras se está gozando de la fiesta, ya es el baile, ya es el canto, ya se enlaza un canto con otro, y los cantos son como un estruendo de olas, en ese preciso momento, los españoles toman la determinación de matar a esas personas.
Cercan inmediatamente a los que bailan, se lanzan al lugar de los atabales; dieron un tajo al que estaba tañendo: le cortaron ambos brazos, luego, lo decapitaron, lejos fue a caer su cabeza cercenada (81).

Gracias a este contraste es que se nos permite analizar la construcción del otro de una manera mucho más clara. Un ejemplo de ello, fue que siempre se había descrito el encuentro de los dos mundos, en el que una de las partes fue demasiado ingenua por sus creencias al confundirlos por dioses. Sin embargo podemos darnos cuenta que dentro de dicha cosmovisión existían presagios funestos desde 10 años antes de la llegada de los españoles, tal como se ve señalado en el testimonio de Muñoz Camargo. En total fueron alrededor de 8 señales funestas, desde fenómenos astronómicos, incendios, y apariciones de dos hombres unidos a un solo cuerpo.
Estos presagios nos muestran que el nativo americano no fue tan ingenuo como nos mostraron las crónicas españolas, sino que eran consientes del peligro que estaba a punto de aparecer, era por eso que Motecuhzoma comenzó sus averiguaciones cuando llegaron las primeras noticias de los españoles. Sin embargo la caída de los mexicas está más vinculada a la ineficacia de su gobernante, que a una insensatez colectiva.
León-Portilla nos muestra un campo abierto en donde estas dos caras de las monedas están completas. Sin embargo sería una opción demasiado facilista inclinarse por una de aquellas caras, ya sea por los que elevan de epopeya la hazaña lograda por los conquistadores, o por los que predominan la otra cara de la conquista, como en visión de los vencidos.
¿Pero hasta que punto es conveniente desechar una de las interpretaciones por otra?
Si bien es tentador tomar una posición con respecto a la conquista de América, Wayne C. Steely sostiene que si sólo vemos estas dos caras de la moneda, empobrecemos nuestra apreciación cultural, porque lo que hay son muchas monedas. Así que conviene abrirse a otros textos, y no desechar totalmente una interpretación por otra, sino redondear nuestras percepciones con múltiples voces que proporcionen perspectivas nuevas o impensadas. Además también se esta dejando de lado el legado oral de muchos de los pueblos nativos, y como estos al aprender la lengua europea, deciden traspasar aquel legado oral al escrito. Este fenómeno por si solo nos muestras una nueva cara de la conquista, y si quisiéramos presionar un poco más, nos puede brindar una nueva lectura de la obra de León-Portilla. Juana Goergen sostiene que cuando una tradición oral se vuelve hacia la escritura se petrifica en un "discurso indígena ficticio" y se falsea en el cambio de destinatario que se dirige, es decir: gente letrada - española. Juana Goergen califica de "violencia de la escritura" la "conversión escritura de toda oralidad indígena como práctica colonizadora". Según Goergen:

"todo parece indicar que para los Conquistadores, la operación de escribir, sea como gesto simbólico [...] o como metáfora [...] apuntaba siempre a una toma de posesión" (Goergen 1998).

Sin embargo otra posición de dicho fenómeno es la que sostiene Wayne C. Steely, que considera que efectivamente existe una pérdida de identidad al traspasar su tradición oral hacia la escritura, pero que aquello está más vinculado a una visión utilitaria y de “libertad expresiva” en pocas palabras, como lo denomina Wayne C. Steely: Una "lengua para quejarse"[1]
Pero volviendo a León-Portilla, otro aspecto importante en la obra, es la recopilación pictórica y literaria que logra rescatar. Con respecto a la primera, basta con observar la imagen que aparece en el: “Códice de Durán” donde se hace referencia a la matanza del templo mayor. Con respecto a lo segundo, encontramos cantares relacionados a la conquista que son incluidos en su libro, como el caso de “Anales de México y Tlatelolco” un breve texto anónimo, del cual el autor rescata un canto en tono de elegía, luego de la derrota por parte de los españoles.
Sin lugar a dudas “Visión de los vencidos” a pesar de ya haber pasado medio siglo desde su primera edición, sigue siendo una obra vigente, presta para más de una interpretación, reformadora en el tiempo en que apareció, y que aun hoy, sigue siendo reveladora para todo primer acercamiento hacia la conquista americana.

BIBLIOGRAFÍA:

- León-Portilla, Miguel, 1989. Visión de los vencidos, Relaciones indígenas de la Conquista. México, UNAM.

- Goergen, Juana, 1998. La crónica del agua: diezmo y colonización del Caribe. Chicago, LASA.

- Una "lengua para quejarse": la libertad de expresión y los documentos coloniales mexicanos: Wayne C. Steely. 2009 – 05 – 26.
(http://168.96.200.17/ar/libros/lasa98/Steely.pdf).

[1] Dicho ensayo fue for delivery at the 1998 meeting of the Latin American Studies Association, The Palmer House Hilton Hotel, Chicago, Illinois, September 24-26, 1998. Y existe una versión digital circulando en el Internet.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

jijji igual.la plamta esta verde hay que dejarla madurar jijji