martes, 24 de marzo de 2009

25 años


Recuerdo mi cumpleaños número 20. Lo recuerdo porque fue una de esas reuniones en donde pareciera que la vida dura, lo que dura aquella noche en desaparecer. Recuerdo el refrigerador atiborrado de cervezas – gracias Chino – a las amigas, a la ojona que me echó colonia en los ojos, mientras intentaba convencerla de que se dejara pasar la noche, el whisky de la mañana que ya no nos alcanzó, la vomitada de media calle que hizo el Chino luego de comer ceviche en un horrendo lugar. Recuerdo ese cumpleaños, porque entre tantas cosas, mi viejo me dijo algo que esa noche no le tomé importancia: “De aquí en adelante, los años se te pasaran volando sin darte cuenta”. Claro que por aquel entonces no fui conciente de lo profético que eran esas palabras. Yo tan solo pensaba llegar a lo mucho a los 23 años, con una novela terminada, con la absurda idea de que viviría de lo que escribiera.
Pero obvio, pasaron los años y entre la pérdida de ilusiones fueron sumándose muertos, que cada vez que los recuerdo, necesito más dedos para enumerarlos. Vinieron otros cumpleaños, menos solemnes que aquel, pero algunos mucho más enigmáticos, algunos de ellos me trajeron rostros imborrables y otros mucho más efímeros. Sin embargo solo alrededor de 2 semanas atrás, pensé en lo inminente que era llegar a los 25 años. Con una carrera terminada y que debió ser terminada mucho antes, con algunos amores hacia el olvido, amigos del alma que han sabido sobrellevar mucho mejor que yo la vida, viejos que cada vez se distancian más y se parecen a los matrimonios de las demás personas, sin ninguna novela terminada, ni libro publicado.
No me quejo, las cosas suceden de la manera en como solo a algunas personas les puede suceder. Pero llegar a los 25 de la manera tan mesurada como llegaron no deja de extrañarme. Los amigos se han hecho esperar hasta el día viernes que viene, con promesas de música y una de esas borracheras de padre y señor nuestro que terminan siempre con alguien golpeado o rompiendo jardines en pos de un amor dañino. Cierto que hubieron cosas que no llegaron y que probablemente nunca lleguen, un ejemplo de ello es el poemario del Chino maldito que se suponía sería mi regalo de cumpleaños, mi polo con la imagen de Charly García rompiéndole el culo a todo el mundo, mis libros que presté a Pepo y que aun no ha sabido devolverme. Pero supongo que todo eso es parte del juego.
Pues finalmente tengo la dicha con la que no cuentan otros, que es llegar a los 25. Los pocos amigos que tengo, que son amigos del alma, algunas personas que son mucho más que un recuerdo, mis libros embalados que esperan un lugar donde se pueda beber y fumar junto a ellos, un amor que sangra despacio y que sabe llegar a lo insondable de mi ser, y tantas otras cosas de las que no valen la pena hablar, y no porque no sean importantes, sino porque en eso radica su esencia, en ser parte de uno « ¿para qué más?» como dirían el Quo. « ¿Para qué más?» cunado se tiene 25 años y toda la incertidumbre que nos espera de aquí en adelante; uno, 10, 20, el tiempo es lo de menos, la premisa sigue siendo: vivir lo poco vivible que contiene la vida.

2 comentarios:

RAIN dijo...

Feliz karakompleaños karakol maldito!!! como regalo de tus 25 añitos regalame tus libros embalados pe

Paul Asto Valdez dijo...

jajaa graciosa... ya pues, brindemos con tus antialergicos... y en honor al latex U_U