jueves, 12 de febrero de 2009

La soledad de los acompañados


Las personas se ofenden en la soledad. ¿Hasta que punto? Supongo que depende de las relaciones. Los padres son los que casi siempre te perdonan la majadería de querer estar solos. Las novias no tanto. La verdad es que no es nada complicado hacer daño a las personas si es que uno se lo propone, claro, que las veces que duele más, es cuando uno no se da cuenta de ello.
Pero ahora todo el mundo dice estar solo, gustarle la soledad, que hasta da vergüenza decir aquella palabra, que con el tiempo ha pasado a ser un cliché más de aquellas personas que dicen leer libros que casi nunca leen, de aquellos que se dicen amantes de las fotografías, pero las únicas fotografías que conocen son las suyas, de todos aquellos reverendos hijos de puta, que casi nunca dicen lo que sienten, a pesar de que se les este cayendo la casa encima.
Todos ellos, sobre un eterno carrusel oxidado que gira lentamente sin parar. Esperando quizás, una última vuelta suicida, o a que tal vez uno, tan solo uno, decida dejar de hacerse el idiota y decida bajarse de un salto, para caer en esto, en lo mismos, en lo de siempre.

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